El cáncer de vejiga consiste en la transformación maligna de las células que recubren la superficie interna de la propia vejiga, el órgano que recoge la orina filtrada por los riñones. El tabaquismo es el principal factor de riesgo, seguido de la exposición crónica a aminas aromáticas y nitrosaminas (común en trabajadores textiles, tintoreros, trabajadores del caucho y del cuero).
La dieta también juega un papel importante: la fritura y el consumo de grasas en grandes cantidades se asocian con un mayor riesgo de contraer cáncer de vejiga.
Los síntomas con los que puede presentarse el cáncer de vejiga también son comunes a otras enfermedades que afectan a las vías urinarias.
Las manifestaciones más frecuentes son la presencia de sangre en la orina (hematuria) y la formación de coágulos, la sensación de ardor en la vejiga al comprimir el abdomen, dificultad y dolor al orinar, mayor facilidad para contraer infecciones. A medida que la enfermedad progresa, estos trastornos pueden volverse prominentes.
Los procedimientos diagnósticos, en caso de sospecha de cáncer de vejiga, se basan en la ecografía y la cistoscopia. Este último consiste en la introducción de un instrumento de fibra óptica en la vejiga a través de las vías urinarias y, aunque molesto, permite ver el interior de la vejiga y tomar muestras de tejido sospechoso que luego se analizarán al microscopio.
También es importante la búsqueda de células cancerosas en la muestra de orina (citología urinaria).
Si has tenido alguno de los síntomas descritos anteriormente o crees que estás en riesgo, ¡reserva una visita urológica!